martes, 4 de febrero de 2014

Despistes de superdotación

Una de las características más habituales de los superinteligentes es el gran despiste que presentan en muchas de las cosas diarias.
Cosas como:
- No ver el cristal transparente de la puerta y darse el tortazo delante de los amigos.
- Olvidarse los nombres de las personas cercanas o intercambiarles el nombre.
- Ponerse un calcetín de cada color

Algunos despistes de grandes pensadores:

Alberto P. Calderón es gran matemático creador de una potente escuela de matemáticas en Argentina. Pues bien. Calderón fumaba bastante. Una vez se encontraba dando una clase con gran concentración teniendo la tiza en la mano derecha y un cigarrillo en la izquierda. Hubo un momento en que tenía que borrar la pizarra y entre el borrador, el cigarrillo y la tiza, acabó con el cigarrillo en la mano derecha y la tiza en la izquierda (cambiados de mano). En esos momentos Calderón pensaba en el próximo paso de la demostración. Los estudiantes no tardaron en cruzar apuestas sobre si escribiría con el cigarrillo o si antes chuparía la tiza. Ganaron los que apostaron por esta última posibilidad. La solemnidad de la demostración impidió la carcajada general, pero no el espectáculo de contemplar al profesor durante el resto de la hora explicando teoremas con los labios totalmente blancos.


De Norbert Wiener (considerado fundador de la cibernética ) se cuentan montones de anécdotas.
Se dice que en cierta ocasión se enfrascó en un debate con una de sus alumnas. Al terminar éste le preguntó: - Por favor, dígame ¿de qué lado del pasillo venía yo cuando me encontró? - Desde aquel lado profesor - respondió ella. - ¡Ah! Entonces iba a cenar.
Pero la más divertida es la narrada por S.G. Krantz. En cierta ocasión cuando los Wiener se mudaban, su esposa le avisó con varias semanas de anticipación y la víspera se lo recordó nuevamente. Al salir a trabajar, su consorte, que conocía lo distraído que era, le puso en un papel la nueva dirección de su hogar, dado que allí tendría que dirigirse, ya que esa misma mañana la mudanza comenzaría. Durante el día Wiener usó el papel para borrajear una respuesta a un alumno que le había hecho una consulta matemática. Al salir lo hizo, como siempre, a su antiguo hogar y por supuesto encontró la casa vacía. Intentando llamar y ver a alguien de dentro se percató que no había muebles. Minutos más tarde recordó que la familia se había mudado y no desaparecido, como temía en un principio. Así que pensó en buscar ayuda y se acercó a una niña que lo miraba desde la acera. - Niña ¿podrías decirme dónde se ha ido la familia que vivía en esta casa? La niña le respondió. - No te preocupes papá: mamá supuso que perderías la nota y me envió a buscarte.""

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